Formación Integral


Amor de abuelos

27.05.2008 15:50

 

Por: Roberto Felipe

Estéfano un niño que estaba a puertas de cumplir tres años, se alistaba para viajar y se despedía de sus abuelos,

- Me voy de viaje Papi Kleberg, chao Mami Hilda - se llegó a escuchar,

La mirada de tristeza de su abuelo, era acompañada de los llantos de su abuela, la tarde era fría y el viento fuerte azotaba sus rostros tristes

- Cuídate papá - le decía Hilda al niño

Mientras sentía en su corazón un nudo de tristeza, al ver que su nieto querido tenía que alejarse, sus padres tenían que trabajar lejos y no podían dejarlo, volvía a sentir la tristeza de madre, esa tristeza eterna, por saber que sus hijos en algún momento, siempre tendrán que partir

- Ayer fue tu padre hoy eres tu hijo mío - sollozaba

Mientras el chofer del auto decía:

- Ya está todo amigo, ?nos vamos? -

"Un día le pregunté a mi padre: - ?Cuanto se quiere a los nietos? - me contestó: - Mas que a un hijo, hijo mío - esto resume lo que sentían ese día mis padres al despedirse de mi hijo".

- !Ya está todo listo amigo! - recalcó el chofer

- Si ya vamos - contestaron los padres de Estéfano

Mientras abrazaban a Hilda y a Kleberg, esperanzándolos:

- Estéfano va a estar bien, somos sus padres, lo amamos, lo vamos a cuidar bien, además, los vamos a visitar o ustedes nos visitarán - insistían ellos

Quizás sin querer darse cuenta, de la tristeza de aquellos abuelos que un día conocerán y con la cuota de egoísmo que vive en todo ser humano.

Luego los abuelos abrazaron y llenaron de besos al niño, entre tantas recomendaciones, llantos y caricias, Estéfano devolvía las caricias y besos con la inocencia y ternura inherentes a los niños, él estaba alegre pues se iba con sus padres, tampoco él entendía cuanto lo querían sus abuelos, los quería, pero quería más a sus padres.

- !Nos tenemos que ir! -

Avisaba la madre de Estéfano, sentados en el auto los padres del niño, observaban la escena. Y los vieron dejarlo venir al carro, cada paso del nieto ahondaba mas la tristeza en el corazón de sus abuelos, el niño subió al auto de los brazos de su madre, que salió del auto para cargarlo. Sentado en el auto Estéfano volteó a verlos y con el brazo derecho en alto, moviendo las palmas se despedía, Kleberg e Hilda hacían lo mismo. El auto emitió un sonido que indicaba la partida,

- Chao papá cuídate - le decía la abuela entre lágrimas

- Te vamos a visitar hijo - prometía el abuelo

Vieron partir el auto, dobló la esquina y ellos tristes, acongojados se quedaron mirando el vacío, Hilda lloraba, esto era normal en ella, era muy sensible, pero Kleberg nunca lloró ni cuando su madre falleció, pero esa tarde fría con el viento azotando su rostro, una lágrima surcaba sus mejillas.

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