Formación Integral


Un Niño

05.06.2008 12:42

Por: Roberto Felipe

Hoy un niño, se acercó a mi, comíamos, un suculento pollo a la brasa, la gaseosa, los cubiertos, las mesas, las sillas, la gente, saciando el apetito de alimentarse, la pollería estaba repleta, el niño se me acercaba de manera tímida, "con la mirada triste, pero sin perder la ternura propia de su edad, con la mirada llena de dolor, pero sin perder la esperanza de poder despertar cada mañana, su ropa estaba tan deteriorada, como deteriorada la solidaridad de nuestra sociedad, sucia como la conciencia social", en sus manos una bolsita con caramelos, de aquellos sabor a limón, esos que de niño satisfacían mis placeres de engreído, hoy uno de ellos satisface el hambre de aquel infante,

- Señor compre un caramelo - balbuceó

Mi esposa siempre tan solidaria, jaló la cartera de la meza y empezó a buscar los sencillos que nos sobraban, "pues eso es lo que damos por ayuda a nuestro prójimo, lo que nos sobra", mientras mi hijo de tres años ya había tirado al piso un par de papas y un pedazo de pollo, su polo con mayonesa y la mancha de grasa de la comida le bordeaba hasta la frente,

- Toma niño - contestó mi esposa

Los cincuenta céntimos, la mano del niño estirada y en su rostro leve alegría

- No nos des los caramelos- le dije

- !!Yo quiero Papi, yo quiero!! - exclamó mi hijo

- !!No!!, termina la comida - replicó mi esposa

El niño se disponía a ofrecerles a otros clientes, aquellos caramelos, cuando se escuchó

- !!Oye carajo, te dije que no vuelvas por acá, molestas a los clientes!! -

Era, el administrador de la pollería, quien sacaba al niño a empujones fuera del lugar, el niño miró al tipo, lo miró con frialdad, con rencor, envuelto de impotencia y de hambre, con esa mirada de los desplazados, de los que no caminan al ritmo del mundo actual.

- No se le debe sacar así - balbuceó mi esposa

- No pues, es culpa del sistema amor, es culpa del sistema - le dije

- !Caramba hijo come bien! -

El niño se marchó, todo volvió a la estúpida normalidad, yo saboreaba mi suculento pollo a la brasa como si nada hubiera pasado, mientras mi esposa luchaba por darle de comer a mi travieso hijo, la gente seguía en su mundo de tenedores, servilletas, gaseosas, uno que otro en la cola para pagar la cuenta, todo como siempre, de espaldas a la realidad, solo que ese día me faltó cincuenta centavos para pagar la cuenta.
 

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